No lo invitaron al sancocho y arruinó la comida con jabón: el insólito caso en Santa Marta
En el barrio La Ensenada Juan XXIII de Santa Marta, un sancocho comunitario terminó en caos total gracias a un acto de sabotaje que dejó a todos con la boca abierta. ¿El culpable? Un prestamista de 28 años, Duván Toledo, quien, indignado por no haber recibido invitación, decidió arruinar la comida con un ingrediente que nadie esperaba: ¡jabón! No lo invitaron al sancocho y arruinó la comida con jabón
Según testigos, Toledo llegó al lugar visiblemente embriagado y, al darse cuenta de que no estaba en la lista de invitados, no dudó en tomar una drástica decisión. Con un jabón en mano, lo arrojó a la olla principal del sancocho, contaminando la comida y desatando la furia de los vecinos. La situación escaló rápidamente, llegando a una pelea física que obligó a la policía a intervenir para calmar los ánimos.
“Ese día, Duván actuó de una manera que nadie esperaba. Siempre ha sido reservado, pero esto fue demasiado”, comentó un residente del barrio. Afortunadamente, la intervención de las autoridades evitó que el conflicto llegara a mayores.
¿Qué dice la ley sobre este acto?
Este caso no solo es escandaloso, sino que también tiene implicaciones legales serias. Según el Código Penal Colombiano, en su artículo 372, contaminar alimentos destinados al consumo humano es un delito que puede acarrear entre 5 y 12 años de prisión, además de multas que van desde 100 hasta 1,000 salarios mínimos mensuales. Aunque el jabón no es un veneno letal, su introducción en la comida se considera un acto de contaminación que pone en riesgo la salud pública.
Además, el artículo 220 del mismo código contempla el delito de injuria por vías de hecho, que se aplica a actos que menoscaban la dignidad de otras personas. En este caso, Toledo no solo arruinó el sancocho, sino que también afectó directamente a los vecinos, lo que podría sumar más años a su posible condena.
¿Y ahora qué?
Tras el escándalo, Toledo se comprometió a resarcir económicamente a los afectados por los gastos del sancocho, reconociendo la gravedad de su acción. Sin embargo, este incidente ha dejado una marca en la comunidad y ha generado un debate sobre los límites de la convivencia vecinal.
Este caso, que parece sacado de un guion de telenovela, nos recuerda que hasta los actos más pequeños pueden tener grandes consecuencias. Y tú, ¿qué harías si no te invitan al sancocho?
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