El desgarrador testimonio de la madre de David Nocua
El dolor de una madre no conoce límites. Lizeth Monroy lo sabe demasiado bien. En una audiencia judicial, tuvo que escuchar, con el corazón destrozado, los escalofriantes detalles de cómo asesinaron a su hijo, David Nocua, de solo 14 años. Este crimen, marcado por la crueldad y la premeditación, ha conmocionado a Bogotá y reabre el debate sobre la justicia para adolescentes en Colombia. El desgarrador testimonio de la madre de David Nocua
Una cita mortal
Era el 8 de mayo cuando David salió de su casa en Usme, al sur de Bogotá, para encontrarse con su exnovia. Lo que él creía un reencuentro inocente, era en realidad una trampa mortal. Las cámaras de seguridad lo captaron por última vez ingresando a una zona boscosa junto a la joven y otro adolescente. Horas más tarde, solo ellos dos regresaron. David nunca volvió.
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La búsqueda desesperada
Al notar su ausencia, su familia inició una búsqueda incansable. Dos días después, el 10 de mayo, encontraron su cuerpo sin vida cerca del río Tunjuelo, en el barrio José Sucre. Las imágenes eran desgarradoras: 16 heridas con arma cortopunzante evidenciaban un crimen brutal y premeditado.
La comunidad exige justicia
El caso generó una ola de indignación. Vecinos, amigos y familiares organizaron plantones y velatones, exigiendo respuestas. La presión social aceleró la investigación, y en menos de tres semanas, la Fiscalía logró capturar a los dos adolescentes implicados (de 14 y 15 años). Ambos confesaron su responsabilidad en el homicidio agravado y hoy enfrentan medidas de internamiento preventivo.
“Lo mataron por venganza”
Durante la audiencia, Lizeth Monroy escuchó detalles que la dejaron sin aliento. Su exnovia confesó que planeó el crimen como represalia por haber sido internada en un centro psiquiátrico. Con engaños, llevaron a David al lugar del crimen. Le vendaron los ojos con la excusa de una “sorpresa”, y ahí lo apuñalaron repetidas veces.
“Mi hijo no tuvo oportunidad de defenderse. Lo mataron de la forma más vil y cobarde”, relata Lizeth entre lágrimas.
¿Justicia insuficiente?
Aunque los responsables están detenidos, la ley colombiana establece que, por ser menores, su pena máxima será de 8 años. Además, con buen comportamiento, podrían quedar en libertad al cumplir 21 años.
“Me siento burlada. ¿La vida de mi hijo solo vale 8 años?”, cuestiona la madre. “Ellos podrán rehacer sus vidas, pero David nunca volverá. Le arrebataron sus sueños, su futuro”.
David, el joven que brillaba
Quienes lo conocieron lo describen como un chico estudioso, deportista y de gran corazón. Su muerte no solo dejó un vacío en su familia, sino también en su comunidad.
Un llamado a la reflexión
Lizeth no busca venganza, sino justicia. “Que este caso no sea solo un número más. No podemos normalizar la violencia entre jóvenes”, reclama.
Mientras el proceso judicial continúa, una pregunta queda flotando en el aire: ¿Es suficiente la justicia colombiana para casos como este?
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