El jardinero de 97 años que protege los cerezos más emblemáticos de Japón

Cada primavera, millones de turistas inundan los templos de Kioto para admirar los cerezos en flor. Pero pocos saben que, a solo unos kilómetros de allí, un hombre de 97 años protege en secreto los árboles más emblemáticos de Japón. Su nombre es Tōemon Sano, y es el último sakuramori (guardián de los cerezos) de una dinastía familiar que lleva más de 400 años cuidando estos símbolos de la cultura japonesa. El jardinero de 97 años que cuida de los cerezos en Japón

A sus 97 años, Tōemon sigue recopilando información sobre los diferentes tipos de sakura y haciendo dibujos detallados de la anatomía de las flores

El jardín secreto de los Sano

En el tranquilo barrio de Ukyo, en Kioto, existe un oasis oculto: el jardín de la familia Sano, un santuario de 1,5 hectáreas donde los cerezos florecen en perfecta armonía. Este lugar no es solo un espectáculo visual, sino el legado de 16 generaciones de expertos en sakura.

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Tōemon, actual custodio, aprendió el oficio de su padre y abuelo, quienes rescataron variedades de cerezos en peligro de extinción gracias a la ayuda de un botánico británico, Collingwood “Cherry” Ingram. Sin ellos, especies como el Taihaku (un cerezo de flores blancas gigantes) habrían desaparecido para siempre.


El sakura: más que flores, un símbolo de vida

Para los japoneses, los cerezos en flor representan la fugacidad de la existencia, un concepto conocido como mono no aware. “Los sakura soportan el invierno 360 días al año, solo para florecer cinco días y caer con gracia”, explica Tōemon.

Pero ahora, el cambio climático amenaza este ritual milenario. Estudios revelan que los cerezos están floreciendo 1,2 días antes por década, y en 2023 batieron un récord: fue la floración más temprana en 1.200 años. “Si esto continúa, algunas regiones de Japón podrían perder sus sakura”, advierte Shinichi Sano, hijo de Tōemon y futuro heredero del título.

Los japoneses llevan más de un milenio admirando los delicados pétalos de la sakura

El ritual sagrado del sakuramori

Tōemon no solo poda y cuida los árboles; los trata como seres vivos. Antes de trasplantar un cerezo centenario en Yokohama, realizó un ritual shinto: ofrendó sake, galletas de arroz y hasta un pulpo para pedir perdón a la tierra. Después, abrazó el tronco, como si le transmitiera su energía.

Tōemon Sano, de 97 años, es uno de los sakuramori más importantes de Japón

Su trabajo también puede verse en:

  • El cerezo llorón del parque Maruyama (replantado por su padre).
  • Los jardines de la Villa Imperial Katsura y el templo Ninna-ji.
  • Hiroshima, donde ayudó a replantar sakura en zonas devastadas por la bomba atómica.

¿Quién continuará el legado?

Shinichi, su hijo, ya maneja el negocio familiar, pero aún no se siente preparado para asumir el nombre de Tōemon XVII. “La responsabilidad llegará cuando herede oficialmente el título”, confiesa. Mientras tanto, el patriarca sigue estudiando cada flor, haciendo bocetos detallados y enseñando a su nieto, Tomoaki, quien podría convertirse en el primer sakuramori mujer de la familia.


Conclusión (Cierre emotivo):
En un mundo acelerado, Tōemon Sano nos recuerda el valor de la paciencia y la conexión con la naturaleza. Sus cerezos no son solo árboles; son testigos silenciosos de la historia, resistiendo el paso del tiempo con la misma elegancia con la que sus pétalos caen al suelo.

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El jardinero de 97 años que cuida de los cerezos en Japón

Autor

  • José Velásquez es reconocido por su rigurosa y meticulosa cobertura de noticias judiciales y de actualidad. En el ámbito regional de Santander y, de manera más amplia, en el contexto nacional de Colombia, ha demostrado un compromiso inquebrantable con la búsqueda de la verdad.

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